jueves, 29 de octubre de 2015

Pájaros de palabras

Cientos. ¡Qué digo cientos! Miles. ¡Qué digo miles! Millones de pájaros hambrientos, frenéticos  en sus jaulas. Removiéndose inquietos, esperando con ansia ser liberados para poner fin a su agonía. Observando cómo se consumen tras los barrotes…

Nunca he entendido por qué las personas se empeñan en encerrar a esos pobres pájaros en una jaula. Quizás tienen envidia. Envidia de que ellos no tienen ataduras. Envidia de que ellos pueden cantar cuando quieran. Envidia de que pueden volar a donde quieran.

No sé con certeza si los humanos hemos sido realmente libres alguna vez. Pero, si en un futuro lo somos, entonces las únicas jaulas en las que nos veremos prisioneros, serán en las que nosotros mismos nos encerremos. Podremos ser esclavos de nuestras palabras. Sin embargo, tenemos derecho a librarnos de ellas. Tenemos derecho a coger aire y expresarnos con libertad. Las palabras fluyen de nuestra boca, imparables como un torrente.

Si los ojos son el espejo del alma, las palabras son nuestra más letal arma y, por eso, sí de algo estoy segura es de que prefiero arrepentirme de lo que digo que de lo que no digo.

<<La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír>>, George Orwell.

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