martes, 30 de enero de 2018

Sálvate. Sálvame

Cuando ya no somos tú ni yo. Cuando la razón ha dejado de hablar y las ganas tiemblan. Cuando la sonrisa se tambalea. Cuando no decidimos el destino de nuestros pasos y el viento nos arrastra en direcciones opuestas...

Llévame lejos, llévame contigo.

Llévame al olvido donde los cuentos aún son bonitos. Donde el miedo se aparta y deja paso a la esperanza. Llévame al olvido de tu memoria, al filo de tus pensamientos. Llévame a ese lugar al que sólo tú tienes acceso.

Y sálvate tú, que aún puedes. Y rescátame tú, que yo ya no soy lo suficientemente fuerte.

Devuélveme a la vida, haz del olvido el recuerdo.  Imagíname como si todavía sonriera, como si mis ojos brillaran y mis piernas no flaquearan. Sácame del invierno, impide que este frío llegue a penetrar mis huesos.


Y sálvate tú, que aún puedes. Y rescátame tú, que yo ya no soy lo suficientemente fuerte.








<<Sálvate, mundo mío, desatando infinitos>>, Jacobo Fijman.

martes, 27 de diciembre de 2016

Sequía imaginativa

Ya no despierto recordando mis sueños; será porque no estás en ellos, porque no aparecemos ni tú ni yo.

Ya no me apetece salir corriendo a decirle al mundo que te quiero; será porque no lo siento, porque me he equivocado con el tiempo.

Será que ya he dejado de lado una parte del pasado. Y ya no te espero en mi cama, ni te imagino entre mis sábanas. Ya no recuerdo tu fragancia ni me empapa la nostalgia.

Ahora me doy cuenta: la sequía de tus besos contrastando con mis ganas; el desierto que dejaste en mi cabeza con tus palabras sin sustancia; el viento que arañaba mis mejillas cuando soltabas el aire contenido. Me arrastrabas a una vida sin sentido, a unos días grises y mediocres y, aún así, decías que me dabas todo lo que tenías. Cada acción agotaba mi imaginación.


Tu sonrisa no era mía, ni tú la persona con la que yo reía. Tu mano temblaba y mis ojos escocían. La canción que sonaba ya nadie la recuerda porque pertenece a otro de mis días de sequía.


<<En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento>>, Albert Einstein.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

En este punto del desastre

Si hay algo que nadie nos puede quitar, eso son los recuerdos, las experiencias, los bailes, los besos, las charlas, los pelos de punta… Pero para tener recuerdos, primero hay que crearlos. Y qué mejor que hacerlo con locura.

Vivir lo que nadie vive, sentir todas las emociones como si fueran nuevas, gritar ante el miedo, callarnos los silencios, llorar de la risa, correr con adrenalina, movernos sin prisa.

Y que lo mejor es escribir sin pensar, vomitar todas las palabras que se crucen por la mente en un segundo, soltarlas a bocajarro, que salgan a borbotones, que no dé tiempo a escribir todo lo que está rondando por la cabeza en este instante solitario, llegados a ese punto del desastre y a esas alturas del insomnio.

Que lo mejor es cantar sin tener ni puta idea de la letra, desgañitarse y gritarla a pleno pulmón tomando una ducha fría, helada, congelada, de esas que hasta los huesos se quedan como témpanos de hielo. De esas duchas que devuelven la vida, de las que dejan como nuevo.

Que lo mejor es quemarse la punta de la lengua con ese café ardiendo porque llevas prisa, porque has quedado, porque los nervios se han instalado en forma de nudo en la garganta y entiendes por qué dicen eso de que miles de mariposas revolotean sin cansancio en el centro de tu estómago.

Y puede que no nos lleguemos a quemar con el café todos los días, pero sí con cada recuerdo.


<<Y es que cuando uno sacude el cajón de los recuerdos, son los recuerdos los que terminan sacudiéndolo a uno…>>, Andrés Castuera-Micher.


jueves, 10 de noviembre de 2016

No es nada serio

No. Te voy a decir que no. No quiero nada serio. No es lo que se lleva y yo soy toda una moderna.

Voy a callarme todos los ‹‹te quiero›› que pretendan escaparse de mi garganta atormentada. Porque no, no está de moda ahora.

Voy a guardarme esos abrazos que me pides a deshoras, no te cogeré esas llamadas que me vuelven loca ni te contestaré a los tres segundos ese mensaje de buenas noches que lleva haciéndome sonreír tres buenas horas.

Porque no. Porque, ¿para qué complicarme la vida e implicarme en la tuya?

Mejor cada uno a su aire, llorando en esquinas distintas y sufriendo cada uno por su lado. 
Porque nada importa cuando nos encontramos, nos olvidamos de los buenos modales, de las normas y de esta absurda moda.

El te quiero que esperamos nunca llega. Tenemos los labios sellados. Quien hable y sienta mariposillas en el estómago primero, pierde el juego. Porque no es nada serio. Porque nos da miedo. Porque sería condenarnos a un maldito infierno. 


<<Me gustaría pasar el resto de mis días con alguien que no me necesite para nada, pero que me quiera para todo>>, Mario Benedetti.

jueves, 20 de octubre de 2016

Por si te interesa conocerme

Si te interesa conocerme debes saber que no. No soy una chica fácil. No me sirve cualquiera. Tampoco cualquier lugar ni cualquier momento.

Me hago la dura a la mínima, no me dejo seducir por esa corbata mal atada. Tampoco por palabras traicioneras ni, muchas veces, por miradas sinceras.

Ni yo misma lo sé, ni yo misma lo entiendo. Frase que resume la vida de esta pobre loca medio cuerda.

¡Peligro! Estos ojos extremadamente bonitos se parecen a los del lobo de Caperucita. Feroces y hambrientos, que se mueren por enseñarte el camino incorrecto.

Ni siquiera la música amansa a esta fiera. Sin embargo, no puedo vivir sin ella.

No llevo un libro bajo el brazo para hacerme la interesante o la inteligente. Lo llevo porque sí, porque de verdad me gusta y no porque se haya puesto de moda.

No te pediré jamás un te quiero que no salga de tus labios por voluntad propia. Si te lo tengo que pedir, ya no lo quiero, ya no lo creo y ya no me hace falta.

La ironía es mi aliada y la indiferencia mi desdicha. Te puedo decir la mentira más sincera y la verdad más mordaz.

Soy demasiado buena para jugar contigo pero demasiado cabrona como para hacerte esperar toda una vida. Tranquilo, no lo tengas en cuenta; una vez me tengas, te juro que ya no me voy.

Soy orgullosa y, ten por seguro, jamás lo reconoceré. Soy cabezota, testaruda, terca, obstinada y todo lo que me quieras llamar, pero si me lo propongo puedo escucharte, comprenderte y aconsejarte. Aunque antes de entrar acuérdate de pedir permiso. Si no te dejo pasar, mejor ni insistas. Tendrás que pasar la prueba de fuego y será a vida o muerte: si resultas interesante, ganas; si eres un cabeza hueca, pierdes.


<<Las mujeres necesitamos la belleza para que los hombres nos amen, y la estupidez para que nosotras amemos a los hombres>>, Coco Chanel.

martes, 11 de octubre de 2016

Mírame y dispara

Mírame.

Mírame y dispara si puedes. Si te atreves. Si ya no me quieres.

Mírame y miénteme. Porque puedo llegar a creerte, porque quiero creer que no es cierto, que el mundo no es real y que yo no estoy loca.

Mírame.

Y sólo con la mirada pídeme que nos fuguemos, que escapemos, que corramos hacia ningún lado. Que nos choquemos y nos aferremos el uno al otro. Que me cojas de la mano y sigamos corriendo. Que yo no tengo miedo, que a tu lado no sé ni qué es eso.

Mírame.

Quiero que te enfades, que grites y que rabies, y también ser yo la única que te calme. Mírame y dime que me quieres, que sin mí te mueres y que me necesitas un poquito más cada día.

Entonces será cuando yo cierre los ojos, los apriete bien fuerte, descubra que el lugar más cálido se encuentra entre tus brazos y desee no despertarme nunca de este sueño. Un sueño en el que me confías tus secretos, en el que yo puedo sentirme protegida y querida.

Pero supongo que el mar todo lo borra.

Yo mirando y admirando desde la distancia; tú en tus continuos paseos por la playa y en ese amanecer perdido por el que te alejabas. Caminando entre piedras sin rumbo fijo, regalándome una solitaria caracola; fue cuando acabamos perdidos entre las olas.


<<La calma absoluta no es la ley del océano. Lo mismo ocurre en el océano de la vida>>, Paulo Coelho.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Otoño



Así fue como te convertiste en mi otoño. 


Las hojarascas secas revoloteaban a mi alrededor.

Tú eras una más pero no una cualquiera. 



Querías volar libre, y lo hiciste. Eras esa hoja rebelde que tarda en secarse pero que vuela y se aleja lentamente, en silencio y dejando un rastro sordo.

Y yo, sin darme cuenta de que una hoja de un árbol perenne se colaba para colocarse a mi lado, a mis pies, esperando que la recogiera, dispuesta a consolarme y a la espera de un invierno frío.

En medio de la nada, como por arte de magia, ese trébol de cuatro hojas. Ese pequeño oasis que te da la vida, que te renace, que te hace resurgir de las cenizas.  En medio del caos, del desastre infinito, del inmenso estropicio.

Quizás no sea magia lo que necesito, ni siquiera suerte. Quizás sólo necesito ese empujoncito. O una copa de más. O unos gritos de mi mejor amigo para hacerme reaccionar.

Aún recuerdo nuestro último beso, el adiós definitivo, el punto y final de un otoño mediocre. Pero es un recuerdo difuminado por el paso del tiempo. Como un sueño al despertar, como los primeros años de la infancia, como ver a través de un vaso de cristal.

<<Estábamos, estamos, estaremos juntos. A pedazos, a ratos, a párpados, a sueños>>, Mario Benedetti.