A pesar de
que tienes el poder de decidir, la vida no se basa en libres elecciones pues es
ella la que te impone las opciones.
Creemos ser dueños de nuestro tiempo hasta
que se nos agota. Creemos que la infinidad de caminos nos llevan siempre al
mismo sitio, pero siempre hay matices que los hacen diferentes. El truco está
en esos matices, pequeños y que no llegan a apreciarse del todo. Tan
cristalinos que pasas sin demorarte en ellos.
Recapacitas y te das cuenta de que tu vida, decidas lo que decidas, se acaba de convertir en
una encrucijada que ni el mismísimo Einstein podría descifrar.
Te asustas,
no me extraña. Intentas vivir el día a
día como si cada minuto fuese el último. Lo haces con tanta intensidad que
parece que puedes romper el tiempo.
Sí, la vida
nos pone un camino diferente a cada persona, otra cosa es que queramos
seguirlo. No aceptamos nuestro destino, nos negamos a ser convencidos. Pero, para
cuando ves la suerte que te rodea, entonces los minutos estarán contados y
tendrás que vivir a contrarreloj.
<<A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para
evitarlo>>, Jean de la Fontaine.
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