jueves, 7 de abril de 2016

La de sonrisa permanente

La vida se detiene. Un segundo. Tan solo un segundo. Ya no queda nada. Lo que antes tanto te importaba ha cambiado. Porque si hay algo seguro es que nada es seguro, porque nada es permanente y lo que en su momento llegó no era para quedarse.

Pero la veo con esa sonrisa siempre puesta. Su mayor mecanismo de defensa para este mundo cruel, absurdo y sin sentido; su mayor armadura luminosa contra este cielo gris de tormenta.





Quédate con esa, con la de sonrisa permanente, con la que sabes que la vida será más dulce y divertida; al igual que ella.






Quédate con esa que es capaz de atrapar los instantes de felicidad, aunque sea con un cuentagotas, con la que los aprovecha al máximo y se para en mitad de la calle para bailar bajo la lluvia.

Quédate con la que se rinde y la tierra la traga; pero es la que se supera a sí misma, se pone de nuevo en pie y sigue su camino.

Quédate con la que no se valora y el océano la ahoga; pero es la que logra salir a la superficie y continúa nadando.

Quédate con la que acalla sus miedos con una sonrisa, con la que ríe de todo y no le busca nunca un por qué.

Si algo he aprendido de los cuentos de hadas es que la esperanza es lo último que se pierde y que siempre le depara un final feliz al héroe de cada historia.

Quien piensa en fracasar, ya fracasó antes de intentar; quien piensa en ganar, lleva un paso adelante”, Sigmund Freud.

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