jueves, 28 de abril de 2016

Buenas costumbres

Hemos ahuyentado las buenas costumbres. Como cuando solíamos perdernos entre caricias, como cuando solías enredarte entre mi pelo o como cuando nos matábamos a besos.

Los buenos momentos fueron sustituidos por palabras afiladas como cuchillos. De esas que desgarran la piel, cortan la respiración y se quedan a vivir en ese peligroso hueco del alma. Imposibles de borrar. Imposibles de callar.


¿Dónde quedaron los buenos libros? Esos libros que me leías mientras yo revisaba que todos tus lunares no se hubieran movido de su sitio. Esos libros que me leías mientras yo admiraba el dulzor de tus labios. Esos libros que me leías mientras yo reía y tú me mirabas advirtiendo tormenta.


¿Dónde quedaron las canciones lentas? Esas canciones que bailábamos tan apretados que ni el aire se atrevía a colarse entre nosotros. Esas canciones que en realidad no escuchábamos porque la verdadera música estaba en nuestros ojos. Esas canciones que bailábamos mientras nuestro mundo se iba desmoronando poco a poco.



¿Y dónde quedaste tú? 
¿Y dónde quedé yo? 

Caminando por aceras distintas, en direcciones opuestas y mirando al suelo, cabizbajos. Si al menos hubiéramos alzado la vista quizás nos hubiéramos parado. Pero seguimos andando, la calle se tornó gris y nunca veíamos el final de la oscura decepción.


Canción: <<Puedes contar conmigo>>, La Oreja de Van Gogh.

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