Corre. Más.
Más rápido. Corre que se escapan. ¿No los ves? Son tus sueños caminando por el
andén. Están esperando un tren que nunca te has atrevido a coger.
Tarde.
Empezaste a correr demasiado tarde. Pero no te quedes sin aliento esperando al
siguiente. Hay aviones o barcos que te pueden llevar mucho más lejos. Sólo
tienes que aceptarlo. Aceptar que la vida no te pone en bandeja la alegría y
que el camino que pensabas quizás no era el correcto. Hay miles de salidas,
aunque nos empeñemos en seguir la más fácil. Hay más soluciones, aunque se nos
compliquen con el tiempo. Pero ¿no es lo difícil lo que nos gusta, lo que nos
atrae, lo que nos hace pensar y lo que nos hace crecer? ¿No son los retos los
que nos ponen a prueba para saber de lo que somos capaces de hacer?
No, no tiene
que ser fácil. Mejor lo difícil, lo complicado, lo intenso, lo apasionado y lo
alocado. Mejor que las emociones sean fuertes, que dejen buen sabor de boca y
mariposas en el estómago.
Sólo veo
gente infeliz pretendiendo ser feliz. No, no hacemos lo que realmente queremos.
No, no nos permitimos expresar lo que sentimos. Estamos atados por una cuerda
invisible que hace incluso más daño así, sin verla.
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