lunes, 11 de julio de 2016

Vía de escape

Yo, que caminaba tranquila por la acera aquella noche, que me fiaba hasta de tu sombra.

Tú, que me seguías y me perseguías como un depredador, que no confiabas en nadie más que en ti mismo.

–¡Arriba las manos, esto es un atraco! –gritaste apuntándome con un arma que no estaba cargada.

Al principio no lo entendí, incluso sonreí; pero, con el tiempo, comprendí que lo que hiciste fue un robo de mi corazón a mano armada.

Me dejaste sin opciones.

Disparaste con sólo mirarme.

Me mataste nada más tocarme.

Huiste del mundo y me llevaste contigo, atada de pies y manos.

Pensé que éramos eternos. Pero no existe un “nosotros” eterno, ni siquiera metafóricamente hablando.

Aun a riesgo de perderme, me enfrenté a mis miedos diciéndote adiós para siempre. Fue ahí cuando recordé quererme, recordé que mis sueños e ilusiones iban mucho más allá de tenerte.

Solté las cadenas que me ataban a tu risa, escondí las cuerdas que me ligaban a tus dedos y dibujé una vía de escape alternativa, una salida de emergencia para alejarme de esos túneles negros de tus ojos.


<<No hay ningún sueño eterno: a cada sueño le sustituye uno nuevo y no se debe intentar retener ninguno>>, Hermann Hesse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario